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Alimentación emocional

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«Y olvidamos el sabor del pan, la melodía de los árboles, la suavidad de la caricia, y olvidamos hasta nuestro nombre»

-Gollum, El señor de los anillos: el retorno del rey

Conducta alimentaria, salud y emocionalidad

Nuestra relación con la comida va mucho más allá de satisfacer una necesidad fisiológica básica. Alrededor de los alimentos aprendemos normas culturales, surgen espacios de socialización y experimentamos placer. La alimentación es una experiencia social y cultural que permite afianzar la conexión con otras personas y que se acompaña de estados emocionales y afectivos.

En ocasiones consumimos alimentos porque experimentamos estrés, ansiedad, tristeza o soledad, más no porque tengamos hambre.  También, sucede que lo hacemos con el objetivo de sentirnos más tranquilos o felices. Cuando actuamos de esta forma, estamos llevando a cabo un patrón maladaptativo conocido como alimentación emocional, que puntualmente se refiere a un tipo de conducta alimentaria que ocurre como respuesta a estados emocionales (Christensen, 2019).

Aunque se pensaba que este patrón se encontraba únicamente en personas con trastornos de la conducta alimentaria se ha descrito también en personas con sobrepeso y obesidad (Geliebter & Aversa, 2003). Lo autores explican que, en estos dos grupos, los individuos tienen una tendencia a seleccionar alimentos con alto aporte calórico, pero bajo valor nutricional.

También, se creía que la alimentación emocional respondía únicamente a emociones desagradables como la tristeza o la ansiedad. No obstante, Bennett y colaboradores (2013) reportaron que esta conducta también se presenta como respuesta a emociones agradables. Por ejemplo, algunos jóvenes que participaron en su estudio referían que comían demás cuando se sentían muy felices.

Un factor de riesgo

Las psicólogas Daniela Stefany Villamizar Serrano y Jessica Lizeth Pinzón Ardila investigaron la alimentación emocional en personas con normopeso, sobrepeso y obesidad que no tuvieran asociado un diagnóstico psiquiátrico. Sus hallazgos mostraron que el mismo patrón se presentaba también en el grupo de normopeso. De este modo, afirman las autoras, podría pensarse que alimentación emocional no es característica exclusivamente de personas con problemas de salud, pero si podría considerarse un factor de riesgo.

Además, encontraron que algunos estilos de afrontamiento al estrés están asociados de forma importante con la alimentación emocional. Los más representativos fueron la evitación y la inhibición emocional. Es decir, personas con tendencia a evadir los problemas y a reprimir las emociones suelen tener niveles más altos de alimentación emocional.  

Por esta razón, es importante que conozcamos nuestra conducta alimentaria. Podemos comprobar si tenemos un patrón de alimentación emocional respondiendo a las siguientes preguntas:

  • ¿Lo que estoy experimentando es hambre?
  • ¿Tiendo a comer más cuando me siento estresado/a?
  • ¿Consumo alimentos para sentirme mejor a nivel emocional?
  • ¿Suelo consumir alimentos cuando no tengo hambre o cuando estoy llena/o?
  • ¿Sufro impulsos o “muchas ganas de comer” un tipo específico de comida cuando estoy estresada/o?

Adicionalmente, Pinzón-Ardila (2021) recomienda que practiquemos la autoconciencia emocional, es decir, que aprendamos a identificar nuestros propios estados afectivos y las sensaciones que éstos causan. De esta forma, será más sencillo diferenciarlos de las señales fisiológicas asociadas al hambre.

Igualmente, es útil que flexibilicemos nuestras estrategias de afrontamiento, así la comida no será la única forma de lidiar con las situaciones estresantes o con estados emocionales que nos resultan desagradables:

«Es necesario que las personas aumenten las actividades agradables, mejoren el contacto con sus redes de apoyo y aprendan estrategias más adaptativas como la distracción y la solución de problemas, esto hará que no sean propensas a usar la alimentación emocional»

(Villamizar-Serrano, 2021).

Referencias

  • Bennett, J., Greene, G., & Schwartz-Barcottb, D. (2013). Perceptions of emotional eating behavior. A qualitative study of college students. Appetite, 60(1), 187-192.
  • Christensen, K. (2019). Emotional feeding as interpersonal emotion regulation: A developmental risk factor for binge‐eating behaviors. International Journal of Eating Disorders, 52, 515– 519. https://doi.org/10.1002/eat.23044
  • Geliebter, A., & Aversa, A. (2003). Emotional eating in overweight, normal weight, and underweight individuals. Eating Behaviors, 3(4), 341-347.
  • Villamizar-Serrano, D., & Pinzón-Ardila, J. (2021). Estudio correlacional sobre alimentación emocional, estrategias de afrontamiento, y ansiedad en personas con normopeso, sobrepeso y obesidad. (Tesis de pregrado). Facultad de Psicología, Universidad Pontificia Bolivariana, Bucaramanga.
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Mujer

Trabajadores en pandemia: asimilando un cambio

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Nuevo estilo de vida

Las políticas que se han destinado a raíz de la contingencia sanitaria que vivimos han sido en algunos casos positivas y acertadas, pero en otros, no han caído muy bien en la población, sobre todo entre las personas que mantenían una actividad laboral, algunos con mejores condiciones que otros, pero algo que ha sido común es comprender la magnitud de la situación actual y, por supuesto, intentar adaptarnos al cambio abrupto que hemos observado y experimentado.

Hoy nos preguntamos, ¿en qué momento nuestra casa se ha convertido en todo y nada a la vez? En todo, porque allí comemos, dormimos, compartimos con otras personas, estudiamos y trabajamos, entre otras cosas. En nada, porque de tanto que estamos en un mismo lugar, lo esencial se nos escapa, aparece la monotonía y con ello la fatiga y el estrés.  ¿Es acaso la pandemia a causa de la Covid-19 nuestro nuevo estilo de vida y aún nos cuesta asimilarlo?

¿Trabajando desde la comodidad de casa?

Según López (2020), del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PUND), uno de cada cinco trabajadores en América Latina y el Caribe puede llevar a cabo su trabajo desde su casa, es decir, son más las personas que deben exponerse al contacto con otros y posible contagio para poder tener algo de recursos económicos.

De esta forma, la pandemia nos ha dejado ver con mayor claridad que las diferencias socioeconómicas, laborales en relación con el género, desarrollo tecnológico y apoyo gubernamental a nivel mundial y de nuestro contexto colombiano existen y posiblemente en aumento, que no todas las personas, en especial los trabajadores, cuentan con las comodidades y oportunidades de convertirse en teletrabajadores.

Cuidado de la salud mental del trabajador

Según la (Organización Panamericana de la Salud [OMS, 2020]), “no hay salud, sin salud mental” (s.p). El bienestar se logra cuando existe una armonía entre mente, cuerpo y espíritu, pero lamentablemente, se ha visto que la emergencia sanitaria ha permeado en gran medida a los seres humanos logrando desestabilizar, desarrollar condiciones y empeorar las preexistentes en cuanto a la salud mental y es por esto que, la Organización Panamericana de la Salud (OPS, 2020), propuso que los esfuerzos nacionales se incrementen para generar políticas que prioricen la atención a la salud mental de todas las personas sin distinción alguna. Sin embargo, si nosotros esperamos a que las condiciones externas mejoren para bienestar personal, podría sonar una utopía.

Es por esto que, profesionales expertos en esta área, recomiendan que, la atención a la salud tanto física como mental debe empezar por cada quien, y mucho más en el caso de los trabajadores donde su productividad y, por ende, sus ingresos podrían verse de igual forma afectados. Es por ello que, la psicóloga María Katherine Acevedo Pinto (2020) en una nota periodística para la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB), recalca algunos aspectos sencillos y claves en el autocuidado del trabajador:

  • Organizar y delimitar horarios.
  • Dialogar y acordar con los integrantes de la familia el apoyo que se requiera.
  • Planear y enlistar las actividades pendientes por realizar.
  • Dar importancia a los espacios que contribuyen al mantenimiento de hábitos saludables (horarios de alimentación, pausas activas, ejercicio físico, distracción).
  • Mantener la comunicación con los compañeros de trabajo, a través de medios que permitan un trato cercano, amable y asertivo.

Referencias:

López, L. (1 de julio de 2020). Trabajando en tiempos de pandemia: solo uno de cada cinco trabajadores en ALC puede trabajar desde su casa. PNUD América Latina y Caribe. https://www.latinamerica.undp.org/content/rblac/es/home/presscenter/director-s-graph-for-thought/working-at-a-distance–the-availability-of-teleworkable–jobs-an0.html

Organización Panamericana de la Salud (2020). No hay salud sin salud mental.

https://www.paho.org/par/index.php?option=com_content&view=article&id=1211:no-hay-salud-sin-salud-mental&Itemid=214#:~:text=La%20salud%20mental%20es%20parte,y%20disfrutar%20de%20la%20vida.

Universidad Pontificia Bolivariana. (28 de abril de 2020). Productividad y teletrabajo, dos retos importantes para analizar en la cuarentena. Agencia de noticias UPB. https://www.upb.edu.co/es/noticias/productividad-en-casa-teletrabajo-upbbga-2020

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