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El efecto Rashomon

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«Moraleja ratoneja: Si solo conoces por partes dirás siempre tonterías; pero si puedes ver el todo, hablarás con sabiduría».

Siete ratones ciegos – Ed Young

Hay dos personas que discuten sobre un evento del que fueron protagonistas. Al repasar los sucesos, que son en esencia los mismos, empiezan a surgir desacuerdos. En algunos puntos sus recuerdos son francamente contradictorios y se inicia una disputa para establecer quién tiene la razón. Es probable que tras una larga revisión de los acontecimientos no alcancen un acuerdo; como si se tratara de dos situaciones diferentes en lugar de un hecho compartido. Estas personas están atrapadas en el llamado efecto Rashomon.

Hace varios años, durante un taller con adultos en el departamento de Córdoba, propuse para la lectura un texto de Ryunosuke Akutagawa titulada «En el bosque». Allí se presentan un conjunto de declaraciones acerca de un crimen, del cual se culpa a un famoso bandido llamado Tajomaru. En este relato, como en una historia de detectives, se ofrecen detalles del crimen en las voces de diferentes testigos relacionados con los hechos. Sin embargo, a diferencia de cualquier relato de Sherlock Holmes, el final de la narración no corresponde a la solución definitiva del enigma.

En el taller, se proponía a los lectores examinar las declaraciones y pensar de manera grupal sobre qué fue lo que ocurrió. El debate puso en escena argumentos sorprendentes que lograban, desde ese particular punto de vista, darle sentido a cada versión de los hechos. Aunque al final se percibía cierta desilusión ante la ausencia de respuestas definitivas, eso no impedía la discusión respecto a lo que probablemente ocurrió.

El efecto Rashomon

Ese cuento, junto con otro del mismo autor, fueron la base de la película Rashōmon de Akira Kurusawa, producida en 1950. A diferencia de las producciones de Hollywood por aquellos años, este filme se concentró en presentar diferentes puntos de vista, sin ofrecer uno definitivo o correcto. Y si bien se trata de una obra maestra del cine japonés, su influencia llegó más allá del ámbito cinematográfico. De hecho en 1988, el antropólogo Karl Heider se refirió al «efecto Rashomon», para abordar las razones que explicaban los desacuerdos entre las observaciones etnográficas; el ejemplo más célebre fue el caso de Tepoztlan, que enfrentó a Oscar Lewis y Robert Redfield.

En la actualidad, la expresión se refiere a ese marco particular desde el cual experimentamos lo complejo o ambiguo, a partir de la memoria y la percepción, mientras ponemos en juego todas las particularidades que conforman nuestra subjetividad. Por esta razón, sucede que un mismo evento es percibido y recordado de forma diferente o incluso contradictoria, por las personas que lo protagonizaron.

Destacar la complejidad

El efecto Rashomon tiene un carácter universal, enmarca tanto nuestras experiencias personales cotidianas, como aquellas ideas que nos formamos de manera más general sobre la realidad. Esto nos lleva a reconocer que la historia y la vida social, no se narran desde una perspectiva única y sólida; por el contrario, están formadas por versiones diferentes e incluso contradictorias, acerca de los eventos.

Al acercar los lectores a las diferentes miradas sobre los acontecimientos que relata «En el bosque», se invitó a prestar atención a todas las perspectivas; así se hacía posible construir una imagen más compleja de los eventos. En lugar de promover una mirada simplificadora, que opera eliminando las versiones discordantes, el texto ofreció una valiosa oportunidad de reflexionar desde la complejidad.

Algo similar ocurre en el libro álbum «siete ratones ciegos» de Ed Young, donde cada uno de los exploradores encargados de establecer qué era eso muy extraño que había llegado al bosque, regresa con noticias contradictorias. Cada versión es fruto de la singularidad de la mente del explorador, de su forma específica de percibir el mundo.

Por otra parte, algunas personas se han interesado por aprovechar este rasgo de nuestra forma de experimentar la realidad. Así por ejemplo, existe un enfoque Rashomon en la formación de personal médico; este se apoya en la subjetividad para la formación de los estudiantes, sobre todo en aquellos temas multifacéticos y multivalentes de la medicina.

Es posible también que el abordaje de muchos de los temas más difíciles o conflictivos, pueda beneficiarse de una acercamiento que tome en consideración el efecto Rashomon. Sobre todo si consideramos que, como en la moraleja ratoneja del libro de Young, la sabiduría es el resultado de escuchar con atención, de reconocer la existencia de múltiples versiones de la realidad. Porque cada testimonio se sostiene en memorias y percepciones que no deberíamos desechar de antemano como falsas o equivocadas.

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