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No aconseje a sus hijos leer

Tiempo de lectura: 2 minutos

¿Cómo podemos hacer que los niños lean? es la pregunta recurrente de los padres de familia, a quienes trabajamos en el campo de la promoción de lectura y la mediación cultural. Y en este caso, aplica el consejo del periodista Gay Talese, “no lo digas, muéstralo”.

Muchas publicaciones comparten trucos, y secretos varios que se presentan como la fórmula mágica para hacer lectores. Recientemente, se promocionan incluso herramientas digitales e interactivas que prometen mejorar las habilidades lingüísticas de los niños e impulsar su desarrollo cognitivo. 

Para introducir de forma temprana el consumo digital, se insiste en que esta generación vive ya en ese mundo y, por consiguiente, todo debe adaptarse, convertirse en juego, simplificarse y ponerse en pantallas luminosas. De esta manera, la práctica de la lectura convertida en diversión, transformará a los pequeños en lectores voraces.

Lectura y desarrollo 

Sin embargo, este optimismo digital no parece estar soportado por las investigaciones sobre el tema; muchas voces han alertado sobre el efecto negativo de las pantallas para el desarrollo de los niños, mientras poco se ha podido confirmar sobre sus efectos positivos. Las pantallas, muy útiles para tranquilizar a los chicos en su versión de “niñera digital”, parecen afectar el desarrollo del lenguaje, mientras reducen su principal factor de reforzamiento, la interacción humana.

Hablar sobre lo leído

Leer con los niños es una forma potente de interacción; hablar acerca de sus lecturas, ofrecerles un espacio para expresar las emociones e ideas suscitadas por un texto, son acciones que favorecen el encuentro positivo con la cultura escrita. Cuando se demuestra un legítimo interés por comprender las imágenes que las palabras impresas hacen florecer en la mente infantil, no solo se construye una relación de confianza, además se facilita el espacio al trabajo psíquico que constituye a todo lector (Petit, 2008).

Y si bien no existen fórmulas infalibles, la experiencia nos demuestra que no hay nada tan eficaz como disponer en casa de un modelo lector. Las peroratas sobre la importancia de leer son inútiles si pasamos el tiempo en la televisión, las redes sociales o la consola de juego. Por lo que sabemos, proveer el hogar con libros diversos y de calidad, en lugar de llenar cada rincón con una pantalla, es una medida efectiva para promover la practica de la lectura (Desmurget, 2020).

Entonces, si una valoración positiva de la práctica de la lectura en casa, influye positivamente en los niños, empecemos por revisar la cantidad de tiempo que dedicamos cotidianamente a leer,  e incluso comparemos el dinero que invertimos en dotar la biblioteca del hogar, con el destinado -por ejemplo- al ocio digital. Sin duda ese será el punto de referencia para los chicos y, el mejor predictor del tipo de relación que tendrán en el futuro con la cultura escrita.

Referencias

Desmurget, M. (2020). La fabrica de cretinos digitales. Península.

Petit, M. (2008). Lecturas: del espacio íntimo al espacio público. Fondo de Cultura Económica.

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