Farewell concept. Delighted happy smiling African American woman says goodbye to boyfriend who sails for long time, gives warm hug, pose together against harbour background. Truthful feelings

Vergüenza, conexión empática y salud mental

Tiempo de lectura: 3 minutos

«Necesitamos ser conscientes para ser libres»

-J. Tangney y R. Dearing

Definiendo la vergüenza

Las investigaciones sobre la vergüenza han permitido definirla en relación con el contexto cultural. A propósito de los diferentes significados, Hurtado et al., (2009) han mencionado que las traducciones del inglés al español no han permitido explorar la designación de lo que significa realmente la vergüenza. Por ejemplo, se ha observado que vergüenza se traduce más como una «sensación embarazosa o de bochorno».

No obstante, la vergüenza parece referirse a un sentimiento mucho más complejo, que impacta nuestra identidad y bienestar. De acuerdo con Brown (2006) la vergüenza tendría tres componentes: 1) sentirse atrapada/o, 2) sentirse impotente, y 3) sentirse socialmente aislado.

Según la autora, los tres componentes se retroalimentan entre sí y tienen su fundamento en los patrones sociales, familiares, en las instituciones educativas y en los medios de comunicación. A través de las relaciones sociales y de las instituciones es que se transmiten las expectativas que las personas nunca podrán cumplir.

La experiencia de la vergüenza

Más allá de su significado, lo importante es comprender que ésta es una experiencia psicológicamente dolorosa de desconexión y soledad. Muchas personas la definen como «cometer una traición», al no cumplir con las expectativas culturales de lo que se «espera que yo sea y haga»

Frye (2001) definió la vergüenza como «un nudo ciego» en el que, por un lado, se imponen un número elevado de expectativas sobre «quiénes deberíamos ser» y por el otro muy pocas opciones reales de llegar a cumplir dichas expectativas. Esta es una situación que puede causar sensación de impotencia y afectar nuestra percepción de eficacia personal.

Vergüenza y salud mental

Teniendo en cuenta lo anterior, no es de extrañar que un número importante de investigaciones reporte que la vergüenza esta presente en varios diagnósticos de salud mental, incluyendo las conductas autolíticas y de suicidio. De hecho, una de las teorías etiológicas de la depresión, la indefensión aprendida, propone que cuando una persona se enfrenta a una situación negativa de la cual no puede escapar, «aprende» que no importa lo que haga, el resultado siempre va a ser desagradable.

Así, cuando en consulta vemos personas que tienen autoestima baja, con mucha frecuencia aluden a la impotencia derivada de no lograr alcanzar las metas que se han autoimpuesto, basándose en expectativas poco realistas que ofrece la cultura. Estas ideas son muy perjudiciales porque incluso llegan a ir en contra de la evidencia; no importa lo que la persona haya conseguido, sus logros y buenas acciones. Siente que  nunca está a la altura.

Resistiendo la vergüenza

La mejor forma de contrarrestar el sentimiento de vergüenza es la práctica de la empatía, y el establecimiento de relaciones de confianza con otros. Carl Rogers afirmó, que las verdaderas relaciones empáticas pueden ser terapéuticas en sí mismas. La evidencia actual soporta esta idea, pues las relaciones interpersonales son el contexto en el que puede tener lugar el ejercicio de compartir experiencias, sentimientos y opiniones.

Es a partir de las relaciones verdaderamente empáticas que es posible (Brown, 2006):

  • Reconocer la vulnerabilidad personal: comprender que hay aspectos de nuestra vida que son importantes para nosotros, y a partir de los cuales podemos ser heridos.
  • Ser conscientes de las expectativas culturales y sociales: identificar los «debería» y saber en qué medida, son irreales o poco ajustados a la naturaleza humana.
  • Hablar y nombrar las experiencias asociadas a la vergüenza: contar nuestra historia y escuchar la de las demás personas, nos permite comprender que quizá no hay nada malo o inadecuado con nosotros. La experiencia de no alcanzar las expectativas sociales es algo común que compartimos.

Referencias

  • Brown, B. (2006). Shame resilience theory: a grounded theory study on women and shame. Families in Society: The Journal of Contemporary Social Services, 87(1), 43-52.
  • Frey, M. (2001). Oppression. En M. Andersen & P. Collins (Eds.), Race, class and gender: an anthology. Wadsworth.
  • Mendoza, A., Fernández-Dols, J., Parrot, W., & Carrera, P. (2009). Emotion terms, category structure, and the problem of translation: The case of shame and vergüenza. Cognition and Emotion, 24(10), 661-680. doi: https://doi.org/10.1080/02699930902958255
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