Candid shot of casually dressed professional woman psychotherapist in her fifties touching her young male patient by shoulder while having counseling session, expressing sympathy and support

¿Qué es un trauma?

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«El conflicto entre la voluntad de negar hechos horribles y la voluntad de proclamarlos en voz alta es la dialéctica central del trauma psicológico.»

— Judith Lewis Herman

Muchas veces pensamos e incluso escuchamos a las personas decir, “es que no puedo con esto o aquello,  siento que estoy traumado(a) con mis parejas amorosas, con mi peso, con la universidad, etc.”. Sin embargo, puede que estas situaciones en su momento hayan sido altamente estresantes  y aún en el presente vuelvan malos recuerdos, pero no por esto constituyen técnicamente un trauma. También, puede suceder que solemos usar este término como algo que nos marca o quizá que nos impacta, pero que igualmente no coincide con el significado real de la palabra. 

La palabra trauma desde la medicina significa una herida o una lesión, de allí surge que un trauma psicológico sea definido como un corte en el alma como resultado de una experiencia horrorosa. En otras palabras, es la experiencia e impacto psicológico de eventos que amenazan la vida o que incluyen peligro o daño tan grave que la persona está atemorizada, siente indefensión y experimenta una respuesta de alarma psicofisiológica durante la experiencia y poco después de esta, como una confusión entre el pasado y el presente (Schauer, Neuner & Elbert, 2011).

La exposición a los eventos potencialmente traumáticos puede darse de diversas maneras, de forma directa cuando lo experimentamos nosotros mismos, o indirecta, cuando somos testigos de como le ocurre a alguien más, o incluso, cuando le sucede a alguien cercano con quien tenemos algún vínculo emocional (Ministerio de salud, 2015). 

Cabe resaltar que el hecho de experimentar un evento potencialmente traumático no necesariamente implica la aparición de un trauma, pues esto también se ve influenciado por diversos factores que inciden simultáneamente, como puede ser la gravedad del suceso, el carácter inesperado del mismo, el daño físico o grado del riesgo sufrido, la mayor o menor vulnerabilidad de la víctima, la concurrencia de otros problemas actuales de tipo familiar, laboral, económico u otros, problemas pasados que refiere a la historia de victimización, el apoyo existente y los recursos de afrontamiento disponibles (Echeburúa, Corral & Amor, 2002).

Por otro lado, también encontramos los eventos vitales estresantes (AVE), que además de ser percibidos como negativos, están  acompañados de un cambio vital, pues a lo largo de la vida atravesamos distintas etapas (niñez, adolescencia, juventud, adultez), en las que nos suceden acontecimientos que recordamos como decisivos (muerte de un familiar, deserción escolar, cambio de domicilio, cuidar un pariente enfermo, una quiebra, un divorcio, pensionarse, entre otros)  y que pueden resultar altamente estresantes (Suarez, 2010). 

Pero la diferencia con un evento potencialmente traumático radica en que a pesar de tener un alto impacto negativo en nuestras vidas, -pues nos ponen bajo una situación de padecimiento y pueden romper nuestras estrategias de afrontamiento-, no atentan o amenazan contra nuestra vida o integridad física o sexual. En el caso de que uno de estos AVE esté acompañado de una amenaza o una agresión, se puede llegar a considerar como potencialmente traumático. 

En este orden de ideas, la entidad más estudiada en el contexto de la vivencia de un trauma es el trastorno de estrés postraumático (TEPT), el cual implica diferentes síntomas, de tipo intrusivos, de evitación, alteraciones cognitivas y cambios en la alerta y reactividad; los cuales deben durar más de un mes y afectar el funcionamiento social, ocupacional u otros funcionamientos diarios de la persona (Asociación americana de psiquiatría, 2013).

Finalmente, se debe destacar que esta respuesta al estrés es adaptativamente normal y justificable bajo la situación de amenaza, sin embargo, sucede que muchas de las personas que lo experimentan nunca reciben un tratamiento, ni oportuno, ni idóneo para sus síntomas y consecuentemente, permanecen años, incluso décadas con estos síntomas causando un desgaste emocional y por consiguiente una grave afectación de la salud mental.

Referencias

  • Asociación americana de psiquiatría (APA) (2013). Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-5. Panamericana.
  • Echeburúa, E., Corral, P., y Amor, P.J. (2002). Evaluación del daño psicológico en víctimas de delitos violentos. Psicothema, 14, 139-146.
  • Ministerio de salud (2015). Encuesta nacional de salud mental ENSM 2015. Bogotá, Colombia. Recuperado de http://www.odc.gov.co/Portals/1/publicaciones/pdf/consumo/estudios/nacionales/CO031102015-salud_mental_tomoI.pdf
  • Schauer, M., Neuner, F.,y Elbert, T. (2011). Narrative Exposure Therapy: a short termtreatment for Traumatic Stress Disorders. Götingen: Hogrefe Publishing
  • Suárez, M. (2010). La importancia del análisis de los acontecimientos vitales estresantes en la práctica clínica. Revista médica La paz. 16(2), 58-62. Recuperado el 08 de marzo de 2021, de http://www.scielo.org.bo/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1726-89582010000200010&lng=es&tlng=es.

Créditos imágenes: Foto de Mujer creado por shurkin_son – www.freepik.es

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