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La necesidad de la fantasía

Tiempo de lectura: 4 minutos

«Porque siempre hay un niño que pregunta: ¿Cómo se inventan las historias?»

Gianni Rodari, Gramática de la fantasía

Narrar es una habilidad para la que estamos dotados desde el inicio de nuestra vida; incluso antes de poder hablar correctamente, los seres humanos tenemos una cierta intuición narrativa. Por eso el desarrollo del lenguaje y la cognición son favorecidos cuando los niños pueden escuchar, crear y compartir historias. Y, si la pandemia actual ha disminuido los espacios para contar, vale la pena buscar estrategias que, desde el hogar, estimulen el encuentro y la exploración del lenguaje.

El placer de inventar

Hace poco armé con mi sobrino de seis años un rompecabezas de los personajes de The Avengers, que por estos días lo fascinan, y me preguntó cuál de esas figuras me atraía más. Le respondí que no me gustaban los personajes que daban golpes, y mucho menos los que disparaban armas. No pareció muy satisfecho, así que insistió en su pregunta. Imagino que para él ya era suficiente mi falta de interés en el fútbol, como para que ahora no tuviera un vengador favorito.

Sin más remedio que cambiar de tema, le pregunté, a propósito de una peinilla que acababa de usar:

-Y si esa peinilla fuera mágica ¿qué poder tendría? Lo pensó un momento y luego respondió:

-Cambiaría el color del pelo de la persona que se peine con ella.

Entonces empecé una historia, con la famosa fórmula había una vez… el héroe de la historia se llamó como mi sobrino y tenía una peinilla mágica que cambiaba el color del cabello que peinaba.

-¿Dónde encontró esa peinilla?

– En el fondo de un volcán, del volcán Sneffels -me dijo tomando la referencia de una versión infantil del libro Viaje al centro de la tierra de Julio Verne.

Lo animé a que continuara contando y resultó más o menos lo siguiente, la peinilla también confería a su portador el don de colorear todo de forma muy bella. Los papás del niño conocían su secreto y le autorizaron usar los poderes mágicos a la hora de hacer las tareas. Por eso sus trabajos siempre producían la admiración de las profesoras.

A sus seis años, mi sobrino sabe perfectamente que sin lo inesperado no hay historia, así que propuso un giro: ocurrió que un gato se tragó el peine y luego escapó sin que pudieran dar con él. Y aunque el niño estaba triste, paso algo bueno, porque luego de eso, las señoras dejaron de encontrar excrementos de gato en las calles y empezaron a aparecer pequeños crayones en los rincones, que eran recogidos por los chicos del barrio.

Sus colores eran excelentes, nadie había usado unos crayones iguales, pero la magia del peine se desvanecía con el tiempo, por lo que a veces los niños que ponían con esmero la crayola azul sobre su hermoso dibujo del cielo, terminaban con las manos y la hoja embadurnadas de… aquí nos reímos mucho con mi sobrino, que seguro imaginó la expresión de los pobres niños de su propia historia.

Los niños necesitan narrar

Porque crear historias es divertido y forma parte de nuestra naturaleza. Tal como ha señalado el psicólogo Jerome Bruner, la predisposición para narrar está presente incluso antes de contar con las herramientas necesarias para hacerlo. En esa medida es el motor que nos empuja a buscar las palabras y las estructuras necesarias para compartir nuestra experiencia con los otros. Bajo la forma de narraciones, nos hacemos capaces de comprender el mundo y nuestra propia vida, porque según Bruner, la obra de arte más notable y compleja que podamos producir quizá sea el Yo, esa narración acerca de quienes somos.

Y aunque tengamos esa predisposición a la narrativa casi desde nuestro nacimiento, lo cierto es que desarrollar las habilidades para construir historias es algo que solo logramos gracias a la exposición rica y permanente al lenguaje, que va concediéndonos lentamente sus claves. Nada es tan cautivador como escuchar una historia, y solo a fuerza de oír muchas y muy diversas, los niños se vuelven capaces de contar las suyas propias.

Crear historias en casa

Por esa razón es que hoy, cuando muchos niños y niñas tienen escaso espacio de interacción y se han perdido de escuchar y contar historias, vale la pena retomar la Gramática de la Fantasía, un libro escrito por Gianni Rodari que propone algunas maneras de hacer surgir historias, mediante trucos tan sencillos como el que usé con mi sobrino para asociar un objeto corriente con una característica fantástica. Se trata de técnicas que podrían usarse en cualquier hogar y que los profesores podrían sugerir experimentar a los padres.

Jugar a crear historias puede convertirse en una manera de compartir tiempo con los niños a la vez que se impulsa su desarrollo cognitivo. Al estimular sus habilidades narrativas, brindamos un contexto que facilita la apropiación del lenguaje, así como herramientas para emprender la ardua tarea de comprensión del mundo y de sí mismos. Al fin de cuentas, me gusta pensar que Rodari tiene razón cuando advierte en su libro que, al multiplicar las historias y animar a todos a apropiarse de manera creativa y libre del lenguaje, no todos serán artistas, pero nadie será esclavo.

Referencias:

Rodari, G. (n.d.). Gramática de la Fantasía. Editorial Laboratorio Educativo.

Bruner, J. (2013). La fábrica de historias (2nd ed.). Fondo de Cultura Económica.

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